Las brujas y los crímenes de Companys
Esquerra, Junts, CUP, Comunes y PSC han votado en la cámara autonómica catalana a favor de una resolución para reparar la memoria de las mujeres que fueron perseguidas y asesinadas hace más de trescientos años tras ser acusadas de brujas. Según el documento votado por los nacionalistas y sus compañeros de viaje de la izquierda, recientemente se ha desvelado el nombre de más de 700 mujeres que entre los siglos XV y XVIII fueron “procesadas, torturadas y ejecutadas a la fuerza” y han querido reparar lo que consideran una injusticia histórica. Pero Lluís Companys, bajo cuyo mandato como presidente de la Generalitat se asesinaron a cerca de nueve mil civiles en la retaguardia –la gran mayoría de ellos por su fe católica- no ha sido todavía reprobado por el Parlament. Y Esquerra, partido que gobierna Cataluña, no hace más que reivindicar su memoria.
No solo eso, una de las principales instalaciones deportivas de Cataluña, el Estadio Olímpico de Montjuïc, está dedicado al criminal Companys, que permitió la barbarie de sangre que asoló la retaguardia de esta región durante la Guerra Civil. Por supuesto, este mito para Esquerra Republicana tiene dedicadas en toda la comunidad autónoma centenares de calles, plazas y estatuas. Si el que permite los crímenes es separatista, no sólo no es reprobado, sino que es adorado como un “padre de la patria”. Por eso hablan de las brujas, para tapar todas las barbaridades que ha hecho el nacionalismo catalán desde su existencia. De su supremacismo, de su desprecio por el resto de españoles, de su convencimiento de que son “superiores” al resto de habitantes de la Península Ibérica, a los que desprecian.
Que hablen de las brujas es una manera eficaz, en plena época del ‘me too’ de intentar darse una pátina de ‘progresismo’ y, de paso, recordar las barbaridades que han hecho lo que consideran “las derechas” a lo largo de la historia. Eso sí, no hablan de la explotación a la que los señoritos separatistas que fundaron Òmnium Cultural sometieron a centenares de miles de compatriotas que vinieron en los 60’s y 70’s de otras regiones para ganarse la vida, y a los que pagaban miseria y hacinaban en barrios insalubres, sin servicios, en los alrededores de Barcelona. El separatismo de Òmnium, Jordi Cuixart mediante, encima presume de ser “progresista” y como su “lucha” durante el franquismo era la misma que la de los trabajadores que se pegaban con la policía franquista para mejorar sus condiciones laborales.
A esta campaña que está llevando en la actualidad Òmnium la llama “luchas compartidas”. Lo que no cuentan es que eran de Òmnium muchos de los patronos que llamaban a los ‘grises’ para que les rompieran los huesos a los trabajadores que estaban en huelga para exigir un sueldo decente. De eso no se discute en el Parlament. De la falsificación constante que el separatismo hace de la historia no se debate en la cámara autonómica. Sus señorías se dedican a hablar de las “brujas”. Es un tema que no tiene coste político, víctimas, acusadores, verdugos y condenados hace siglos que no están sobre la faz de la tierra. En cambio, los millonarios de Òmnium que se forraron a costa de explotar a los andaluces que trabajaban en sus fábricas tienen, ahora mismo, a sus hijos sentados en los consejos de administración, o apoyando a los partidos separatistas. Y los herederos políticos de Companys, el de los nueve mil crímenes, ocupan ahora el Palau de la Generalitat. De ahí que los siguientes temas que se debatirán en el Parlament serán “los reyes visigodos, opresores del campesinado catalán que luchaba por la República” y “el fascismo del imperio romano al imponer una Hispania cárcel del pueblo catalán”.
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